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La mayor planta industrial de Neuquén, una obra clave dentro del Complejo Industrial Plaza Huincul (CIPH), que produce naftas, gasoil, metanol y combustibles para aviones, cumple 40 años.

Se trata de la principal destilería de Patagonia y de la única planta productora de metanol de Argentina. En ella se procesan más de 4.000 metros cúbicos diarios de petróleo, de los cuales el 45% corresponden a la producción shale de YPF en la formación Vaca Muerta.

La planta de YPF, emblema de Plaza Huincul y de Neuquén, emplea a más de 450 trabajadores de los cuales el 70 por ciento son nacidos y criados en la comarca de Cutral Co-Plaza Huincul. “Es la planta industrial más importante y más grande de la provincia, y es un orgullo para nosotros trabajar aquí”, afirma Pablo Rizzo, el gerente del CIPH.

Los números hablan de la importancia de nuestra refinería. En la planta se producen 36.000 toneladas de metanol, 56.000 toneladas de combustibles livianos y se mueven 110 camiones por día. En sus cuatro décadas de vida, la refinería vio pasar varias generaciones de trabajadores, personas que pusieron su pasión y dejaron huella.

“Para mí la refinería es mi vida. Empecé a trabajar acá antes de que la inauguren. Soy feliz acá”, dice, se emociona Ana María Castillo, laboratorista de la principal productora de combustibles del Sur de nuestro país. Los pioneros trabajan con jóvenes que son hijos de otros ypefianos de la refinería que fueron sus compañeros. Y les gusta que así sea. Hay mucho de gran familia en la refinería o –para ser más global- en el complejo industrial.

“No puedo creer estar trabajando donde trabajó mi viejo. Me acuerdo llegar hasta la puerta acompañándolo y pensar e imaginar qué había acá adentro”, dice Carlitos Ortega, el hijo de Carlos Ortega, otro de los pioneros de la refinería.

Una historia de esfuerzos

Las primeras postales del petróleo neuquino están asociadas al pozo 1 que a puro esfuerzo y obstinación el equipo Patria hizo producir en lo que hoy es Plaza Huincul. El petróleo llegó en 1918 cuando el envío de fondos desde Buenos Aires había sido interrumpido por falta de resultados. Pero el dato era fuerte: había olor a kerosén en las pocas aguadas de la zona y el equipo Patria no bajó los brazos.

De 1919 es la imagen que algunos historiadores ligan con la primera “destilería”. Un tanque negro, un rancho de piedras, algunos caños y una torre de madera de fondo con el viejo y querido pozo 1 componen la imagen que se adjudica a esa destilería que –advierten especialistas- no deja ver ningún quemador, pieza imprescindible para lograr el status de destilería Con todo, en 1918 empezó la novela fundacional de Plaza Huincul. Y es allí con orgullo que desde 1976 se erige la refinería de Plaza Huincul.

Más allá de los tiempos, la destilería como mandan las reglas se empezó a armar en la década del 60 con rezagos de otras refinerías. Así, en 1966 a una capacidad de procesamiento de 900 metros cúbicos diarios (m3/día) incluyendo una planta de craqueo térmico.

En 1973 comenzó la construcción de la refinería actual. La nueva refinería requería un nuevo parque de tanques. Para ello se construyeron nuevas bases, se fabricaron losetas para los recintos de tanques y una nueva toma de agua en el río Neuquén. El 20 de octubre de 1976 se inauguró oficialmente la nueva refinería, constituida por una unidad de destilación primaria, Topping, una de reformación catalítica de naftas, Platforming, y una planta de elaboración de aerocombustible, Merox. Además, contaba con dos calderas para generar vapor a 17 kg/cm2, un sistema recirculante de refrigeración de agua, y una pileta API para la separación primaria de agua e hidrocarburos antes del vuelco de los efluentes al zanjón.