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Un ace acabó, finalmente, con tantas horas de angustia acumuladas a lo largo del fin de semana. Un poderoso ace de Juan Martín Del Potro, uno de los siete que metió durante las dos horas y 16 minutos que le tomó vencer al agotado Marin Cilic, clasificó al equipo argentino de Copa Davis a las semifinales del torneo, y será el representativo de la República Checa el que deberá bajar a Buenos Aires a mediados de setiembre para jugarse el pasaje a la final. Pero falta tanto para esa instancia que vale la pena repasar esos momentos sublimes del tandilense. "Sabíamos que iba a ser difícil, en los papeles nos veían como más favoritos de lo que realmente fueron los partidos –recordó- Nosotros éramos conscientes de los rivales a los que nos enfrentábamos y nos costó vencer a Croacia, pero ahora estamos en la semifinal y por supuesto que voy a estar en esa serie”. Había tantas banderas argentinas en el estadio Mary Terán de Weiss como en el primer día, pero el clima era más relajado. Los hinchas sabían que era el momento de Del Potro, que pese a la alergia que lo aquejó el fin de semana y su incomodidad, sentía el compromiso de jugarse por el equipo, de la misma manera en la que David Nalbandian y Eduardo Schwank se había esforzado un día antes para entregarle la serie servida en bandeja. Enfrente, un rival que había jugado diez horas entre viernes y sábado y que sabía positivamente que no tenía la más mínima chance, iba a intentar al menos enredarlo. Nunca pudo. “Conozco a Cilic desde que tengo doce años, lo respeto mucho, hemos jugado muchas veces, es muy peligroso, tiene un juego bastante parecido al mío –contó Juan Martín tras el triunfo- Pero yo no pensaba en eso sino en mi juego, en lo que le podía dar al equipo. Salió a jugar de igual a igual a pesar del cansancio y eso es para valorar". La magia de Del Potro se esparció por los rincones del campo anaranjado, mientras su amigo Martín Palermo lo seguía a pocos metros y la barra no necesitaba comprometerse tanto con el aliento como en los días anteriores. Una diferencia abismal entre el tenis contundente de uno (77 por ciento de los puntos ganados con el primer servicio, 80 por ciento con el segundo, 26 winners, mucho menos de la mitad de errores no forzados que su rival) y el juego agotado del otro. “Me costó mucho salir a la cancha los dos días. La ayuda de los hinchas y del equipo fue fundamental. Por suerte, hice bien mi trabajo, que era jugar dos singles, y fui parte de un espectáculo hermoso, que genera este clima: la gente fue mi mejor remedio. Entré a la cancha creyendo que podía jugar bien, y la energía de la gente me sacó cualquier tipo de duda que pude haber tenido” Desde el borde del court lo siguieron atentamente sus compañeros, y en especial David Nalbandian. El abrazo que se prodigaron al final, cuando la serie estaba ganada, contó mucho para la satisfacción generalizada del fin de semana, en el que la Argentina, aún con un deficit técnico, mostró la fibra de un equipo. Y Del Potro compensó esas deficiencias con su tenis apabullante y lapidario. “Cuidado, que ser local no es una gran ventaja como lo era en otros años. Ya juegan todos bien en polvo de ladrillo. (John) Isner lo demostró para Estados Unidos ganándole sólo a Suiza y ahora hizo lo mismo con Francia. Es para alarmarse y estar precavido porque puede pasar cualquier cosa”, avisó Del Potro El mismo se encargó de celebrar con energía los mejores tantos ganados, levantando a los hinchas que, por un rato, quisieron olvidarse de su papel protagónico y solamente disfrutar el juego exquisito del top-ten. Fue 6-1, 6-2, 6-1, el resultado más abultado de todo el fin de semana, curiosamente entre los dos número uno de cada equipo. Es que Cilic jugó disminuido y Del Potro, con todas las luces encendidas. “Ya lo dije cuando terminó Indian Wells: estoy para jugar todo lo que queda de la Copa Davis –insistió Del Potro- Trataré de llegar lo mejor posible a cada competencia que tenga. El circuito sigue y yo tengo la ilusión de seguir avanzando y acercarme a los que están por delante de mí, pero cuando llegue el momento de la Davis también estaré dispuesto a hacer cualquier cosa, como lo hice cuando terminé de jugar en Miami”. La victoria de 6-1, 6-1 de Juan Mónaco sobre Antonio Veic en apenas 70 minutos sirvió para darle un cierre al 4-1 final que acaso, cuando se rememore dentro de algunos años a través de los libros, no reflejará el grado de incertidumbre que se vivió durante buena parte de la serie. Con una raqueta como la de Del Potro y un trabajo complementario que dio sus frutos por parte del resto del equipo, el equipo argentino justificó su clasificación a las semifinales. "El público es el que potencia a los jugadores y facilita todo –elogió el número 10 del mundo a los hinchas- A la hora de pensar en los beneficios de jugar en casa, es el número uno, más que la superficie y la elección de las pelotas”. Para esa semifinal del 16 al 18 de setiembre, vendrá el equipo de la República Checa, que con Tomas Berdych, Radek Stepanek y Lukas Rosol eliminó 4-1 a una Serbia disminuida, sin el concurso del número 1 del mundo, Novak Djokovic, eliminado de paso la posibilidad de que los serbios pudieran venir en setiembre con su carta imbatible; la otra semifinal la animarán el campeón España, que venció 4-1 a Austria (con Nicolás Almagro y David Ferrer, sin Rafa Nadal) y los Estados Unidos, que vencieron como visitantes 3-2 a Francia, con Ryan Harrison, John Isner y la poderosa dupla de los hermanos Bryan. “República Checa también es un equipo complicado. Tiene dos jugadores muy fuertes en singles y dobles (Stepanek y Berdych), con mucha experiencia” repasa Del Potro. El capitán Martín Jaite no piensa por ahora en ellos. “Esto es para que lo disfruten los jugadores, los únicos responsables de este momento”.